lunes, 15 de diciembre de 2025

3_EJERCICIO_MAMEN SANZ

 HETERÓNIMO

Ha nacido una estrella

 

Hoy es el último miércoles del mes y toca reunión con el Grupo de lectura de cómic en la librería Suburbia. Llego temprano, contenta de tener tiempo para poder husmear; seguro que al final cae algún libro. Deslizo mi índice por los lomos de los ejemplares de la primera estantería; me causa un placer secreto, como cuando de pequeña pasaba la mano por las paredes sucias de los edificios. En la penúltima balda, un tomo llama mi atención por su cubierta colorida; a estas alturas mi dedo tiene un color grisáceo y es que las calles que circundan a Suburbia están siempre en obra y el polvo se cuela de continuo en el local. Saco el libro y leo: En los márgenes. Me gusta. Su portada de tonos cálidos desprende de luz. Busco la autoría: Hermes Illa. Sonrío, ese nombre solo lo sabe llevar una reina, una Drag Queen, y me voy a la solapa a saber más de ella. En la fotografía de presentación me encuentro con un rostro ambiguo que luce un arte de maquillaje en el que destacan unos ojos tornasolados, caleidoscópicos, que miran a cámara. ¿Edad? Entre 25 y 50 años.

Hermes Illa nace a los 14 años una tarde de verano en el dormitorio de su hermana en su casa de Comares, Málaga. Allí, el espejo del armario le devuelve su imagen, la imagen de un púber que luce una peluca de rizos castaños, cortos, despeinados que caen sobre un rostro maquillado con torpeza, donde el exceso marca la diferencia. Una túnica demasiado grande se resbala de sus hombros y deja a medio ver unos altísimos tacones con los que ya desfila con soltura. Le gusta lo que ve, y aunque aún no sea consciente, como más tarde recordará, ha dado a luz a Hermes Illa.

Deja la escuela sin terminar la enseñanza obligatoria para irse con las mujeres a trabajar al lagar, para pisar la uva, para beber vino de Los Montes. De su paso por allí se le quedaría la mala afición al vino que tantas malas pasadas le acarrearía, según cuenta en alguna entrevista. Aprovecha cualquier descanso para devorar revistas antiguas de diseño, moda, maquillaje que le da Pili, la peluquera del pueblo. Para escapar de allí, se ofrece voluntaria para ir a cuidar a la abuela Encarna a Vélez Málaga donde por las tardes se apunta a Corte y Confección y las noches las dedica a leer de la biblioteca que, legó su abuelo, el maestro, toda clase de libros: de aventuras, de Historia, de ensayo, novelas… Es lo único que se lleva a Torremolinos al morir la abuela y tener que abandonar la casa. Allí se instala con Maleni, su amiga trans, antes Pepito, que le asegura una cama y le presenta a la Madre Regina, una icónica drag que acaba por contratarla para diseñar y montar su vestuario al descubrir sus habilidades. Hermes Illa ya no es un espejismo, es real. De día la costura la absorbe, de noche se bebe las historias de las reinas, de sus hermanas drag mientras se preparan para la siguiente actuación. Son historias en su mayoría duras, muy duras, pero ellas acostumbran a contarlas con un tono tragicómico para espantar los miedos  y los fantasmas , y Hermes Illa decide escribir tomándolas como fuente de inspiración. Retoma los estudios y se apunta a talleres literarios de escritura, de lectura, presenciales, online. Le gusta el relato corto, los cuentos. Quiere dar voz a su mundo y comienza a relatar historias con una jerga propia, la de las drags, en un tono provocador, ácido, vulgar: que incomode. Sus personajes alguna vez existieron hasta que Hermes Illa los convierte en ficción. Desde el cura lascivo a la mujer misteriosa de las afueras del pueblo, la bruja, pasando por el pobre maricón que tiene que huir acosado, o el político reprimido, escondido bajo una doble moral. La denuncia social siempre está presente en sus textos.

Su primer premio le llega con el relato corto Erase una vez: el principio. Goza del mecenazgo de gente de la talla de Alana S. Portero, o de la argentina Camila Sosa Villada. Su lectura es fácil, sus personajes reconocibles.

En los margenes, es una recopilación de cuentos con la exclusión como tema en común.

 Y para finalizar estas pinceladas sobre Hermes Illa toca decir: «Sashay away, hermanas».


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